Ciudad ibera de Ullastret (Gerona)
- WICCA CELTIBERA CATALUNYA
- 20 ago 2021
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La cultura ibérica alcanzó niveles urbanos de gran envergadura en la zona de Cataluña. Un ejemplo muy destacable lo tiene el viajero en Ullastret, donde dos poblaciones, Puig de Sant Andreu y la Illa d’en Reixach, y una necrópolis (Puig de Serra) compartían un mismo territorio. Grandes murallas, calles empedradas, viviendas suntuosas, incluso una acrópolis coronada por un templo demuestran que los iberos asimilaron las influencias clásicas elaborando su propio modelo social y cultural. El importante yacimiento arqueológico de Ullastret abarca varias épocas: desde la transición de la Edad del Bronce al Hierrro hasta el asentamiento ibero y la colonización griega.
En la parte más alta de Ullastret hay una acrópolis con tres templos (datados entre los siglos V-III a.C.) y dos cisternas para el aprovechamiento del agua de lluvia. La ciudad se extiende por la falda de la montaña, con calles que siguen las curvas de nivel, casas, silos, fuertes murallas y su pequeño museo. El poblado vivió su mejor momento en el siglo IV a.C. y fue abandonado en el siglo II a.C. Puig de Sant Andreu y la Illa d’en Reixach constituyen la única ciudad ibérica bien conocida y excavada en Cataluña y uno de los yacimientos indígenas de época protohistórica más importantes del Mediterráneo Occidental.
Ullastret es un magnífico ejemplo de la arquitectura militar de los iberos. Puig de Sant Andreu era uno de los más importantes asentamientos e los indigetes, tribu ibérica que mantenía a través de los colonos griegos de Marsella y Ampurias intensas relaciones comerciales y culturales en el Mediterráneo.
Un elaborado sistema defensivo, desarrollado entre los siglos IV-III a.C., incluye un muro avanzado de protección (proteichisma) En estos poblados iberos se han encontrado cráneos o mandíbulas humanos enterrados totalmente bajo el pavimento de los espacios de uso público, una costumbre más frecuente entre los celtas. Quizás sean vestigios de algunos sacrificios expiatorios o propiciatorios en los que la víctima era un ser humano. Hubo un tiempo en que las inmolaciones de seres humanos eran frecuentes en el mundo antiguo, aunque en tiempos de los iberos casi todos los pueblos los sustituían por animales.
Después del sacrificio propiciatorio los celebrantes ungían una yunta de bueyes o de mulos y trazaban un surco alrededor del escarpe para señalar el trazado de la futura muralla. Para señalar las puertas levantaban el arado el interrumpían el surco. La ceremonia era sagrada y el surco debía respetarse como límite de la población hasta que se pudiera sustituir por un muro de piedra con sus bastiones y sus puertas. El ritual, común a los todos los pueblos mediterráneos, constituía un espacio sagrado.
En Ullastret, además de un magnífico casco medieval amurallado en el que destaca la recia iglesia románica de Sant Pere, se pueden visitar la Llotja, edificio gótico cuya cubierta de vigas de madera es sostenida por dos elegantes arcos apuntados, o la capilla de Sant Andreu, que se yergue junto al castillo, y que acoge un pequeño museo que exhibe las piezas halladas durante las excavaciones.
El conjunto ibero de Ullastret, que ha sido hace poco declarado Bien Cultural de Interés Nacional por la Generalitat de Cataluña, está situado a diez kilómetros de Ampurias. La influencia del paso de los comerciantes griegos por el Mediterráneo en el siglo VIII a.C. también dejó otra colonia en la costa catalana: Roses. Las únicas en toda la península ibérica. De obligada visita si el viajero anda por Gerona.
Los antiguos hispanos como los que se establecieron en Ullastret sentían un enorme apego a sus armas, símbolos de su condición como hombres libres. Y es que los íberos crearon las armas más hermosas y letales que podían costearse en la Antigüedad: falcatas, espadas, puñales, hondas, escudos, soliferreum.
Con estos utensilios resistieron ferozmente a los ejércitos de Cartago y los emplearon con asombrosa eficacia contra los romanos, quienes quedaron tan sorprendidos que las acabaron copiando. El historiador y profesor universitario Fernando Quesada Sanz devuelve a la acción guerrera de Iberia en tiempos remotos gracias a su trabajo Armas de la antigua iberia




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